sábado, 27 de febrero de 2016

Hesperia Peregrino Santiago

Como enamorado del Camino de Santiago, volver a la capital gallega y encima, a un alojamiento llamado "Peregrino", sirvió de estímulo a mis expectativas, esas ilusiones que no se pueden controlar, que se desatan y crecen, en este caso, como un suflé, crecen para después... desinflarse.

El Peregrino está ubicado al lado de una rotonda junto a lo que parece un acceso a la ciudad; algo así como los hoteles de polígonos industriales o de carretera. Desde luego, no fue la mejor aproximación a un hotel.

El escepticismo inicial se convirtió en pesimismo nada más acceder al hall: impersonal, como buscando una personalidad pretendidamente moderna, pero que acaba en fracaso, en un quiero y no puedo.



Quedaba la baza de la habitación. Quizá el vuelo remontara en este punto... pues no: una micro habitación que daba para lo mínimo. Y cuando digo "para lo mínimo" me viene a la mente esa ducha (no bañera, claro) que habían logrado incrustar en el rincón de un baño de 2x2 y que no era apta para personas de más de 70 kgs. En mi vida he visto una cortina de ducha más estrecha.


Me bajo al gimnasio. Hay que decir que ofreciera este servicio fue algo inesperado. Como inesperado fue encontrarme con unas máquinas de diseño tan innovador que no encontré la forma de realizar un ejercicio por lo que me entregue a unas mancuernas tan sofisticadas que nadie del hotel sabía cómo cambiar los pesos... En fin, toda una design experience.

Venga, busca algo más. Intenta salvar algo. ¿El wifi? Mejor obviarlo. ¿Los ordenadores públicos del hall? De pago... ¿El desayuno? Mi memoria no lo recuerda.

Mejor lo dejo aquí, no quiero que me rajen las ruedas del coche ;-)

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