miércoles, 27 de enero de 2016

Hotel Husa Terraco Imperial

Hay hoteles sobre los que cuesta mucho escribir: el Husa Terraco Imperial es un gran ejemplo, porque no después de haber pasado por él no sabes si era un alojamiento o un casino, si su público son los turistas, los profesionales, las familias o la parroquia local... En fin, un lugar absolutamente contradictorio.

En su haber, un jardín bellísimo alrededor del comedor y una ubicación que permite adentrarse en las calles del casco histórico de Tarragona en un breve paseo.

Y sin embargo, es un hotel avejentado (las habitaciones te devuelven 30 años atrás, ¿30? o más...), que usa el término "Imperial" sin estar a la altura de él, que ofrece una atención claramente mejorable, que parece medio vacío, como si fuera un hotel fantasma, en muchos momentos.


En cualquier caso, lo que más llama la atención del Terraco Imperial es el casino al que se puede acceder desde el hall del hotel: un espacio que parece más actual y moderno que el resto del edificio y que le resta protagonismo.



jueves, 14 de enero de 2016

Hotel Ciudad de Vigo

Hay hoteles que inevitablemente te sitúan ante el debate entre lo que es antiguo y lo que es viejo. Bien, el Hotel Ciudad de Vigo es un gran ejemplo.

Como ya escribí hace muy poco, Vigo ha pegado un claro cambio, renovando la zona próxima al puerto, actualizando locales, apostando por propuestas más actuales y originales. Incluso en las inmediaciones de este alojamiento se puede encontrar algún hotel claramente orientado a la modernidad.

El Ciudad de Vigo no. Sin lugar a dudas. Quizá en su comunicación nos quieran convencer de que es un hotel clásico, elegante o incluso un tanto señorial. Con sinceridad, a mí no me lo parece. Es más bien un hotel que no se ha renovado, que sigue con una estética que quizá representaba un determinado estatus hace unos años (bastantes), pero que en el momento actual, huele a viejo más que a cualquier otra cosa.

Y detalles que ilustran esta impresión hay por todos lados: una especie de salón social junto a la recepción (el rincón quizá con más clase y elegante del hotel), la estética (e incluso la atención) del personal, unas habitaciones… digamos que… tirando a desfasadas, un salón de desayunos tan reducido que tuve que desayunar fuera de él y con una oferta no acorde con la categoría del hotel…



¿A recordar? Sin duda, la magnífica ubicación. Ideal para dar una vuelta y conocer la parte antigua de esta ciudad. También, la terraza que han instalado en el acceso al hotel; curiosamente, el detalle más moderno y actual del conjunto. Y puesto que la vista fue en época navideña, una decoración atractiva y cuidada que recuerda al huésped la fecha del año en la que se encuentra.


viernes, 1 de enero de 2016

Hotel Ayre Oviedo

No resultará nada original decir que Oviedo es una de las ciudades más bellas de España. Una ciudad que pese a mirar a los ojos al futuro, conserva una elegancia, un toque señorial, una clase típicamente provinciana, pero que como Santander, lo hace sin resultar molesta o sin causar rechazo. Es la clase de aquello que fue elevado en su momento.

Y en medio de un lugar así, el huésped se encuentra con un edificio inclasificable, sin integración alguna ni con el espacio en el que se ha ubicado, ni con el estilo de la ciudad, por muy moderna, futurista y actual que anhele ser.


No, no es un espacio singular. Decididamente es un lugar extraño: por no visto, porque es la pieza de un puzle que no es el de Oviedo; quizá del de esa ciudad que por intentar ser tan diferente, se convirtió en una especie de parque temático de lo desproporcionado: Valencia.

El parentesco con la capital de Levante es obvio: tras la estupefacción inicial, te enteras de que el artífice de aquella cosa es nada más y nada menos que Calatrava. No hay más que decir…

Diré que el hotel no deja de sorprender. Es como una gymkhana que te depara descubrimientos a cada paso: los sillones que simulan teclas de piano o los asientos con formas de cara humana en el hall, los cabeceros de las camas con programas de luces tipo árbol de Navidad... 


Todo ello en un ambiente ciertamente original, innovador, vanguardista y muy cuidado: hay detalles muy interesantes, como por ejemplo, los centros de mesa o las peceras con peces vivos en varios puntos de las zonas comunes, las persianas eléctricas, unos baños realmente bonitos, el sistema inteligente de los ascensores…

Un ambiente que quizá por estar tan orientado a deslumbrar al huésped, tan centrado en causar asombro desde lo formal, desde lo estético, resulta poco cálido y acogedor, lo que te hace sentir como el visitante de un museo.