Ya no lo recordaba, pero en este hotel había estado ya hace
unos cuantos años. Y si no me equivoco, la experiencia fue bastante buena.
Se trata de un alojamiento situado en una ubicación muy
interesante porque si bien no está en el corazón de los sitios más interesantes
de la ciudad, está muy cerca de todos ellos: a un paso del casco viejo, a otro
del centro y a tiro de piedra del Guggenheim.
Es un hotel que presta mucha atención al diseño (es algo que
se aprecia incluso desde fuera con esas ventanas de colores de la fachada),
pero que a diferencia de otros alojamientos, no es un diseño superficial, sino
que está pensado para que la experiencia sea mejor.
Desde mi punto de vista, lo más interesante del Hesperia
Bilbao está en la planta baja donde se encuentra el restaurante, la cafetería
que hace las veces, de jazz club (por cierto, el día que salí del Hotel estaban montando el escenario para el concierto del viernes noche) y de sushi bar y un lobby sencillo y
funcional, pero verdaderamente bonito.
En este caso, estuve alojado en una habitación un poco pequeña (aunque con todo lo necesario) con unas vistas mejorables (la mía daba a un solar…), pero que tenía detalles de esos que dejan un buen sabor de boca: por ejemplo, el set de baño, sin muchas florituras, pero muy bien presentado.
Otros detalles que hacen la experiencia notable: la apuesta
por la movilidad respetuosa con el medio ambiente (un aparcabicis con modelos
eléctricos en la entrada del hotel) y un desayuno a la altura de los NH con
platos preparados al momento, propuestas no convencionales (muesli, frutos y
frutas secas…).
Mejorable, las esperas en la recepción. Cuando el nivel de
ocupación es más elevado, la recepción debería reforzarse con más personal para
agilizar los trámites.