Los pocos (y locos) que seguís este blog (os quiero a todos
jajaja) sabéis que solo hablo de hoteles, pero también que a veces, hago una
excepción. Solo cuando verdaderamente lo merece. Y es el caso.
La Pensión Arbidel está en Ribadesella, un pueblín sin mucho
que ver, pero que da para un buen fin de semana.
Es un alojamiento modesto, chiquitín, nada pretencioso, sin
apenas servicios, pero que está hecho con un encanto espectacular. Aprovechando
el rinconcillo de una de las calles peatonales de la ciudad han creado un
espacio en el que las habitaciones se van repartiendo alrededor de las
escaleras y de un conjunto de pequeños patios o zonas de reposo (con sus
mesitas de madera, su césped…) decorados con mucho gusto.
Las habitaciones no son nada del otro mundo: tirando a
pequeñas, equipadas con lo más imprescindible… pero siempre, todo muy cuidado,
lo que hace sentirse en un lugar muy cálido y acogedor.
No todo son flores: es una pena que ninguna habitación tenga
vistas dignas de mención y sobre todo, es bastante molesto el ruido que origina
el trasiego constante de huéspedes.
Una última nota: anejo a la pensión hay un restaurante algo
caro, pero con una oferta muy interesante y por encima de todo, decorado con
mucho encanto. Merece la pena una cena con velas.